miércoles, 12 de septiembre de 2012
La de la fase de los chicos malos.
Todas las niñas, en algún punto de su vida, deciden tener esa fase de chicas malas, atrevidas y un poco dañadas. Es normal, es como una fase por la que todas tenemos que pasar para darnos cuenta si es lo que queremos ser o no. En fin, ser una niña mala y rebelde, incluye salir con un niño malo y rebelde. En mi caso, fue un jovencito bastante rebelde, con piercings y tatuajes... en fin, todo el atuendo. ¿Cuándo me di cuenta que esa fase mía había terminado?
Fue en una linda tarde de verano de un viernes, que decidí que yo y mi chico rebelde, íbamos a salir al cine. Normalmente llevo bolsa solo para cargar mi celular (realmente me estorba traer bolsa a todos lados), pero esta vez lleve mi cartera, solo por si algo se presentaba. El caso es que llegamos al cine, nos paramos en frente de la cartelera para decidir, finalmente, que íbamos a ver una de esas películas de terror. Nos formamos juntos, yo atrás de él, admirando su forma de ser tan mala y rebelde. Cuando finalmente llegó nuestro turno de pasar por los boletos, seguí atrás de él, tranquilamente, y cuando salió de la fila con los boletos lo seguí. El se volteo y me vio con curiosidad. Yo obviamente le pregunté que cuál era el problema. Su respuesta fue:
"Qué tu no vas a comprar boleto?"
Sí. Ahí terminó mi fase.
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